Eliminar en nosotros el hábito de la crítica injusta o
destructiva conlleva dos aspectos importantes: uno consiste en identificar qué
emociones nos impulsan a realizar una crítica de este tipo, y otro, es el uso
correcto de la energía. La persona que hace un uso correcto de su energía puede
llegar a ser una persona impecable.
Para identificar qué emociones nos mueven a realizar
críticas injustas podemos contestar con honestidad estas preguntas (toma papel
y lápiz y escribe tus respuestas. Este es uno de esos ejercicios importantes
que debemos hacer):
1.- ¿A quien critico?.
2.- ¿Qué critico?
3.- ¿Qué me mueve a criticar?.
Puede quedar algo así. “Critico a mi compañero de trabajo
Alberto. Digo por ahí que todo lo hace lento y mal. Me mueve la envidia porque
quiero ser mejor que él”.
Alberto no hace caso de esta crítica (es una persona
asertiva), sigue trabajando bien, incluso mejor. Sin embargo la persona que
realiza la crítica está malgastando su energía y reforzando un estado de ánimo
que le destruye poco a poco. Pero esto se puede remediar si haces lo que sigue:
- Recuerda las últimas críticas negativas que hayas hecho y
pon a su lado la emoción que te movía.
- Cuando tengas identificada la emoción que te movía intenta
“descubrir” en la persona criticada algún aspecto positivo. Como por ejemplo:
Alberto es solidario; es leal; trabaja bien equipo.
- Una vez identificado el aspecto
positivo repítelo mentalmente: “Alberto trabaja bien en equipo”; “Alberto
trabaja bien en equipo”, al mismo tiempo observa qué “flujo de energía” se crea
en ti y lo comparas con el flujo provocado por la crítica. Es importante
identificar los flujos de energía sin contaminarlos con sentimientos, en este
ejercicio tenemos que ser sobrios. Cuando hables de Alberto con otros
compañeros, resalta lo bien que trabaja Alberto en equipo.
- La envidia debe retirarse.
Destierra en ti las críticas injustas y destructivas e
inicia el camino de la impecabilidad.
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