domingo, 22 de diciembre de 2013

Más cosas de la clase 11.

Podríamos aprovechar estas fechas, en las que nuestras relaciones se intensifican, para identificar con claridad qué tipo de comportamiento tenemos.

Venimos diciendo que una persona puede ser pasiva, agresiva o asertiva y toda la gama que pueda darse en la combinación de estos tres tipos.

Para preservar nuestra vida, para defendernos, utilizamos la huida, la lucha o el diálogo.

La huida es más propia de las personas pasivas y está muy relacionada con el miedo. La lucha es más propia de las personas agresivas y está muy relacionada con la ira, con la violencia. El diálogo es más propio de personas “evolucionadas” y está muy relacionado con la capacidad de mantener la templanza.

En una persona más pasiva también se dan la huida y la lucha. Veamos dos ejemplos:
- Huida pasiva.- Es aquella que realizamos “escondiéndonos” de las personas con las que tengamos que resolver algún conflicto, aunque este conflicto sea “inventado” por nosotros. Si dejamos de comprar al frutero habitual, comenzamos a dar rodeos para no pasar por su puesto de la fruta, creemos que tenemos la obligación de darle explicaciones. También cuando no cogemos el teléfono de alguien porque no nos atrevemos a hablar con claridad de un asunto.
- Agresión pasiva.- Es aquella agresión que realizamos como respuesta a la “obligación” de hacer algo que consideramos no debemos hacer, o no queremos hacer. Si el jefe nos ordena recoger su traje del tinte y nosotros lo “maltratamos” de manera que se arrugue para que se fastidie. Estas agresiones pasivas suelen volverse contra nosotros. Es muy probable que el jefe nos ordene llevar de nuevo el traje al tinte para que “lo planchen bien”.

Reflexiona. ¿Practicas la huida pasiva?. ¿Realizas algunas agresiones pasivas?.

Estas actitudes crean agitaciones energéticas negativas. Potenciaremos la templanza para enfrentarnos con éxito a estos comportamientos no asertivos.


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