Las palabras, amontonadas, algunas veces tintadas de un
negro raído y, otras, vestidas en tonos dorados, exultantes, como verdades
inmaculadas, no me dejan ver la luz.
Tengo que parar los pensamientos para ver.
Tengo que parar las voces para oír.
Entonces aparece el espacio infinito que soy.
Ando sin rumbo por las lindes del conocimiento,
Atando sonidos sin significado,
sin el calor que me da tu presencia.
A veces, junto palabras sin contenido, vacías, y construyo
la idea hueca del ser.
¿Dónde están todas las manos que modelan lo que eres, lo que
soy?.
¿Dónde están las palabras que definen lo que no es?.
Miro, asombrado, el vacío inmenso de este presente que se va
sin dejarme retales azules para soñar.
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