Ibas vestido de arrogancia, de fanatismos enmascarados,
de razones fabricadas.
La ignorancia llenaba tu penacho de farfolla, de gritos, de
sombras.
La creencia te aupaba a las torres de la torpeza, hasta que
tu duda me encontró.
Hoy ya no queda rastro de ti.
He borrado todas las líneas marrones que te llevaban,
las que te conducían a la violencia y la pedantería.
Ya se ha ido de tu regazo el abuso baldío.
Ahora, desnudo, sin frases huecas, andas por la orilla
difusa del mar.
Te buscas debajo de las líneas amarillas, de los cordones
desatados, de los andares perdidos.
No busques más. Ya no eres.
Anoche me vi. Te vi.
Comprendí que la distancia inmensa que nos separa es el
punto gris que llevas en la mejilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario