lunes, 18 de marzo de 2013

La energía y la voluntad.



¿Alguna vez te has preguntado por qué no terminas muchas de las cosas que comienzas?. ¿Por qué dejamos una cosa para coger otra que terminamos también dejando?. ¿Por qué a muchos de los cometidos diarios le llamamos obligaciones?. ¿Qué pasa?. ¿Cómo justificamos ese comportamiento?. Con frecuencia nos decimos: no es el momento oportuno; tengo muchas cosas en las que pensar; en realidad no era mi fuerte; lo dejo para después del verano, etc. Todas esas son justificaciones que enmascaran nuestra falta de voluntad.

Para hacer algo, cualquier cosa que nos propongamos, necesitamos disponer de dos elementos esenciales: energía y voluntad.

La voluntad es la fuerza, el motor con el que vamos a realizar los trabajos propuestos. La energía es el combustible que necesita ese motor. Con una voluntad deficiente y una energía pobre podemos hacer pocas cosas.

Podemos tener la intención de cambiar, de comportarnos de manera diferente, pero eso no se realiza sólo con el deseo, hay que convertirlo en hábito y rutina, en una forma de ser, y para eso necesitamos ejercitar. Para ejercitar necesitamos voluntad y energía.

¿Cómo desarrollamos nuestra voluntad, cómo la tenemos preparada para ejercitar todo lo que necesitamos?. Para hacer un cambio real de nuestra persona, para tener otra forma de ser, necesitamos tener desarrollada la voluntad dura y la voluntad suave. Estos términos los tomamos de Georg Kühlewind.

Vamos a decir que la voluntad dura es la que utilizamos para hacer “cosas físicas” como mover una mesa o correr para coger el autobús. La voluntad suave es aquella que utilizamos para hacer “cosas mentales” como pensar en un problema sin distracciones. En ambos casos necesitamos disponer de energía. Si estamos muy cansados físicamente, no podremos mover la mesa, tampoco parar el bullir de nuestros pensamientos para concentrarnos. Si aceptamos lo expuesto parece necesario que revisemos nuestro nivel de voluntad y la energía que tenemos disponible.

Para desarrollar la voluntad no es necesario proponerse grandes tareas que requieran un esfuerzo largo y continuado. Podemos aprovechar las pequeñas acciones cotidianas que requieren voluntad, como: no tomar un café cuando lo deseamos, levantarse a cerrar la puerta, tirar la basura ahora, limpiar los cristales hoy, etc. Además podemos ejercitar con:

Para tener energía disponible lo mejor es no malgastarla. Se recomienda leer:

Además ejercitar con:

La voluntad y la energía la necesitamos para abordar los planes que nos proponemos.

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