Afrontar los cambios
como campos de energía.
Para afrontar con éxito los cambios desde el enfoque del
campo de energía que somos, debemos serenar la agitación energética que nos
produce la nueva realidad que conlleva el cambio.
La nueva realidad que se preconiza (en sentido negativo) nos perturba más que
el cambio en sí.
Para ello hemos de convertir nuestro diálogo
interno en un discurso realista que nos sirva para motivarnos y no en
un relato catastrófico que contribuya a que nos hundamos. Esta
manera de enfrentarse al cambio está en nuestras manos y requiere, como la mayoría de los
cambios importantes de la vida, un esfuerzo de atención y constancia que sin
duda se verá recompensado.
Enfocar adecuadamente nuestra energía para convertir en
oportunidades de mejora los cambios que no deseamos, conlleva desarrollar el
control de nuestras emociones y mantener equilibradas nuestra vibraciones
vitales. Este estado de la energía hace más eficaz al razonamiento.
Este es un trabajo más del cuerpo que de la mente.
Por eso en el taller practicamos el enfoque de la meditación siendo conscientes
de las tres fases fundamentales:
1. Relajación. Conseguimos la relajación completa
de nuestro cuerpo. Eliminamos todas las contracturas emocionales.
2. Concentración. Nuestra atención está
concentrada en algo concreto, en nuestro caso la concentramos en la
respiración.
3. Contemplación. Desde la quietud interior
contemplamos nuestro estado de relajación y nuestro estado de concentración.
Nos convertimos en los observadores de lo que somos.
Desde este estado de la energía aceptamos el cambio y
proyectamos la nueva realidad que deseamos. De esta manera aseguramos que no
entran en nosotros los relatos catastróficos y, por lo tanto, anulamos el miedo
y la incertidumbre a la nueva realidad.
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