miércoles, 13 de febrero de 2013

Sobriedad o el carácter que da el conocimiento.



Vamos a tomar como definición de carácter la dada por J. Santos: “el carácter es el sello que nos identifica y diferencia de nuestros semejantes, producto del aprendizaje social”.

En el taller 7 se propone aprender aprovechando la interacción social con los otros. Esta interacción la realizamos mediante la conducta (comportamiento). Vamos a decir que conducta es: “proceder de una manera determinada”. Los principios que rigen la conducta humana son tres:

- toda conducta obedece a una causa determinada.
- toda conducta es motivada por algo.
- toda conducta persigue un propósito, una finalidad.

En el taller 7 hemos expuesto tres elementos de la conducta:
- lo que mostramos (aspecto).
- lo que aparentamos (apariencia).
- los recursos que utilizamos (rol).


Para hacer bien el ejercicio del taller 7 necesitaremos de la sobriedad, porque la sobriedad nos permitirá distinguir entre un proceder ético, basado en valores, y otro no ético o inmoral. La sobriedad nos ayudará a realizar el ejercicio bajo criterios rectos y verdaderos. Hoy podemos ver en nuestra sociedad una manipulación excesiva de la ideología en provecho personal. Es el momento de exigir a todas las personas que tengan influencia social, y a nosotros mismos, un comportamiento ético.

La sobriedad es el valor que nos enseña a administrar nuestro tiempo y recursos. No solo los recursos materiales, sino también aquellos inherentes a los cuatro ámbitos que nos constituyen (físicos, mentales, energéticos y espirituales), moderando nuestras apetencias para construir una verdadera personalidad. Cuando en una conversación frenamos nuestras ganas de intervenir y escuchamos atentamente al otro, ahí interviene la sobriedad.

La sobriedad, vista desde el campo de energía que somos, se desarrolla cuando eliminamos toda aquella agitación energética superflua, como la queja, la crítica, la sentencia, la defensa de la importancia personal, la apariencia intencionada, la mentira, etc. Si quitamos ese exceso de agitación energética, que por otro lado es totalmente innecesaria y además es nociva para nuestra salud, comenzamos a ser sobrios, comenzamos a comportarnos como una persona de conocimiento. Si queremos disfrutar del poder de la sobriedad, el poder de ver la otra realidad, hemos de eliminar lo superfluo e innecesario en los cuatro ámbitos.

Ejercitar la sobriedad en la realización del ejercicio del taller 7 nos permitirá reconducir nuestro comportamiento bajo la tutela de los valores éticos y, esto, a su vez, nos ayudará a erradicar nuestra importancia personal y a adquirir una personalidad sana.

Veamos un ejemplo:

Identifico como apariencia espiritual que he de tener siempre la última palabra (lo se todo). Esta conducta viene causada porque necesito ser el protagonista (de pequeño no me hacían caso). Me motiva a actuar así mi ego (defensa de mi importancia personal). La finalidad de mi conducta es ser “reconocido” como alguien que sabe (aunque no sepa nada del tema que se trate).

Si hacemos el ejercicio dándonos cuenta del proceso comenzamos a desarrollar nuestra sobriedad.

Todos los ejercicios que estamos haciendo nos llevan a la sobriedad. La sobriedad elimina todas las interferencias que impiden conectarnos con la otra realidad, aunque ésta sea una realidad construida por nuestro empeño.

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