Conversar con el espíritu (para reflexionar).
La humildad, la ausencia de crítica, queja y sentencia te
darán la energía necesaria para entablar conversaciones con el espíritu.
Hace tiempo que hablo con el espíritu. De estas
conversaciones tengo recuerdos parciales y no muy estructurados. También he de
decir que en muchas ocasiones más que una conversación ha sido un monólogo
conmigo mismo, donde, de vez en cuando, el espíritu metía una información. Creo
que comprobaba si estaba atento o simplemente me sumergía en una verborrea
mental inútil.
La primera información que me dio, o al menos una de las
primeras, fue que no podría encontrarlo desde la rigidez. Eso me
hizo pensar que no podía caer en los dogmatismos, que era necesaria una
libertad total, porque el espíritu se presenta sin avisar y en cualquier elemento
que compone nuestro entorno. No está sujeto a definiciones mortales, y no está atado a
nada ni a nadie.
Desde entonces ando con sigilo, sin dejar que el parloteo de los
pensamientos atrape mi atención. El espíritu está tan cercano a nosotros que
nos fundimos con él. Tanto es así, que en muchas ocasiones no
sabemos quien es el espíritu o quienes somos nosotros. No importa demasiado ya
que formamos parte de la totalidad.
A veces se me presenta como una ráfaga de energía, otras
como una paz interior intensa y placentera. Si tu no has percibido
ninguno de estos dos estados es que estás, posiblemente, bastante alejado del
espíritu. Deja
que el silencio interior te llene y escucha sin forzar nada. Se
trata de permitir que lo que te rodea se funda contigo, o al revés, dejar que
tu totalidad se funda con todo lo que te rodea. Si estás atento, sin esperar nada,
encontrarás. Disfruta de tu experiencia.
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