Cómo escuchar:
- Procurar ver en el otro al hablante, no su apariencia exterior.
- Fijar la atención de la manera
más completa posible. Uno está atento mentalmente,
es decir, no se piensa en los pensamientos propios que surgen en uno durante el
hablar del otro. Uno se empeña en pensar los pensamientos del hablante,
ponderando de vez en cuando si uno lo está entendiendo por sus palabras.
- Comprender al que habla con el
sentir. En ello hay que acallar cualquier simpatía o antipatía, incluso la
espontánea, no se trata de los sentimientos que en mí produce el hablante.
- Suspender, en el silencio
receptivo interior, la aprobación o el rechazo, la satisfacción o la crítica
del contenido de lo que se dice.
- La apreciación y la formación de una respuesta
tendrán lugar luego, tanto más pronta y acertadamente cuanto más atentos estemos en el escuchar, es decir, completamente
dedicados al hablante y no distraídos por nuestros pensamientos propios y
nuestra crítica inmediata.
En este ejercicio es
particularmente eficaz que uno elimine el impulso de meter baza enseguida, de
interrumpir al otro, pero percatándose de que el impulso está presente.
Con el tiempo, el silencio
receptivo se desarrolla, de un gesto negativo, de renuncia, a una actitud
anímica positiva, de ayuda al otro. Nuestra calma interior no solo impide las
perturbaciones y los obstáculos, sino que crea un ambiente favorable para el
hablar del otro, una anticipación o un presentimiento de que será comprendido:
hablará más fácilmente y mejor. Esta acogida no significa ni una aprobación, ni
un rechazo del contenido hablado. La comprensión está desprovista de cualquier
apreciación, e incluso ayuda eventualmente al que habla a comprenderse a sí
mismo.
Prestar atención a no decir nada superfluo:
- Vencer la tentación de poner en
palabras algo a lo que podríamos renunciar, a no hablar por hablar, a no decir
nada superfluo, a no parlotear.
- Prestar atención a los impulsos
de hablar mal de un tercero en su ausencia, de comentar sus flaquezas, lo cual
uno no haría en su presencia.
- Si tenemos que hablar de
persona ausentes hagámoslo como si estuvieran presentes.
Hablar positivo:
- Hablar solo cuando se tenga
algo que decir.
- El hablar es siempre un hablar
a alguien y con alguien. Por consiguiente, el contenido y el cómo tienen que
ser determinados por el interlocutor con el cual hablamos.
- El verdadero hablar no quiere
decir que uno solo puede proferir palabras sabias, sino que es verdadero en la situación presente.
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