Eliminar el ego, o al menos reducirlo hasta que no nos
condicione, exige paciencia y determinación. Hemos de insistir una y otra vez
en acallar los impulsos que te llegan para sentirte protagonista.
Uno de los ejercicios más eficaces para acallar esos
impulsos es “escuchar”. Tendemos a pensar enseguida que sabemos más que el
otro, que disponemos de mejores soluciones, o que lo que nosotros decimos es
más importante. Cuando te encuentres en una de esas situaciones observa lo que
siente tu cuerpo. Relaja tu tensión y escucha de nuevo.
Mira a los ojos a la persona que te habla. Si sientes algo
de rechazo supéralo. Mira con cariño a tu interlocutor y hazle saber con tus
gestos que lo estás escuchando. Intenta percibir lo que realmente quiere
decirte. No te anticipes con tus pensamientos, ni, mentalmente, des las
soluciones o respuestas a lo que te plantea antes de escucharlo del todo.
Una vez que has entendido bien lo que trata de decirte,
valóralo y si puedes añade valor a lo que él expone. Si no puedes añadir valor
o mostrar un nuevo punto de vista es mejor que te calles. Ten en cuenta que él
debe tomar sus propias decisiones.
Escuchar con toda la atención puesta para entender al otro,
es uno de los mejores ejercicios para eliminar el ego.
Te puede ayudar: Ejercicio 24. Del recto hablar (Kühlewind).
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