El peor enemigo lo tenemos dentro. Muchas veces negamos que
el ego condiciona nuestro comportamiento. Nos domina de tal manera que nos hace
creer, a pies juntillas, que lo que decimos o hacemos es la pura realidad. Otras
muchas veces algo, en el fondo, nos dice que lo que hacemos obedece a nuestro
ego, apenas si nos damos cuenta, bueno, hacemos como que no nos damos cuenta y
así vamos tirando, nos vamos engañando.
Este es un momento importante. ¿Domino a mi ego, o mi ego me
domina a mí?. Ya no vale la retórica ni la palabrería. Eso son rodeos para no
enfrentarte a tu ego. Todos sabemos a que nos referimos cuando hablamos del
ego. Tú decides.
Eliminar el ego para ganar la estabilidad meditativa merece
la pena.
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