En el
taller 8, día 20/02/2013, llegamos, entre otras, a dos conclusiones importantes
sobre el tiempo:
1.- Para
nosotros la esencia de la administración del tiempo no está en cumplir unos horarios
y tareas a rajatabla, sino en asegurarnos que nuestras acciones se fundamentan
en lo que queremos ser.
2.- Tomaremos el tiempo como una
sucesión de eventos. Según la teoría de la relatividad, el evento o suceso es
un punto del espacio tiempo. Cada suceso, cada punto, lo fijamos en el presente
y mediante el recuerdo lo podemos traer del pasado y proyectarlo al
futuro.
Ahora imaginemos que el tiempo es el espacio en el que nos
movemos como campo de energía que somos. Imaginemos que nuestro campo de
energía está en una gran tela de araña y que nos movemos mediante los eventos
que suceden, cada evento es un punto de sujeción. Sólo conocemos de la tela de
araña el pasado y el presente, aunque intuimos que el resto está ahí. Vamos a
decir que se dan eventos de dos tipos: Volitivos, los que suceden gracias a
nuestra voluntad y no volitivos, aquellos que suceden circunstancialmente.
Cada decisión que tomamos es un punto de sujeción en el
tiempo. Estas decisiones siempre se dan en el presente, digamos que el presente
es el que nos permite realizar acciones y cada acción puede ser un punto de
sujeción. Estas acciones pueden ser ejecutadas por cualquiera de los cuatro
ámbitos que nos constituyen (físico, mental, energético y espiritual). Mediante
el recuerdo podemos “apoyarnos” en cualquier punto de sujeción.
Pongamos un ejemplo: Vamos a empeñar nuestro anillo de
casados. La acción de sacar el anillo del bolsillo y ponerlo encima del
mostrador está realizada por el ámbito físico. Sentir la tristeza está realizado
por el ámbito mental y el darnos cuenta de que es mejor empeñar el anillo por
el ámbito espiritual. Estas tres acciones han “marcado” nuestro espacio tiempo
y dan información para propósitos de futuro.
La capacidad de recordar nos permite movernos por el espacio
tiempo que llamamos pasado, y la selección de puntos de sujeción nos da la
información determinada que podamos utilizar en el presente. La intención es la
capacidad de proyectar acciones para el espacio de tiempo que llamamos futuro.
La voluntad es la fuerza que nos permite hacer.
Si no tenemos una intención clara, si no conocemos los
objetivos que queremos alcanzar no podemos planificar nada y nos dispersamos.
Cuando nos dispersamos vamos erráticos por la tela de araña, sin saber donde
ir. Nuestros puntos de sujeción no obedecen a un plan para alcanzar lo que
queremos ser.
Antes de continuar es muy importante que conozcas con toda
claridad lo que quieres ser o lo que quieres alcanzar, si no, nos perderemos
por el desierto de la tela de araña.
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