Al responder a la pregunta: ¿de qué voy? Hemos de
estar predispuestos a aceptar la verdad sin juzgar, solo constatando el
comportamiento.
Al analizar el ejercicio hemos de
tener en cuenta que al asumir una máscara la persona está funcionando en dos
planos: el que parece que es y el que realmente es. Cuando actúa en el plano
del que parece que es puede generar emociones disfuncionales. Es necesario
trascender de la máscara para reencontrarte con quien realmente eres.
Podemos relajarnos, adoptar la
máscara y escuchar lo que dice el cuerpo acerca de esa pose. Sin juzgar lo que
sentimos le pondremos nombre a ese sentir: verdad; falsedad; cobardía;
vergüenza, lo que sintamos. Una vez identificado lo que sentimos, o lo que nos
obliga a adoptar esa máscara, comenzaremos a sustituir la máscara por lo que
verdaderamente somos. A veces este ejercicio nos ayudará a superar una
debilidad o a equilibrar una fortaleza. Esta misma técnica la podemos emplear
para destapar las creencias que tenemos arraigadas, así como para identificar
los comportamientos bajo la importancia personal.
¿De qué voy?.
Máscara
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Cuando la uso
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Qué siento
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Voy de bueno
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Cuando no quiero que se sepa como soy
realmente.
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Falsedad.
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De valiente
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Cuando compruebo que los demás son más débiles
que yo.
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Cobardía
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De generoso
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Cuando los demás necesitan algo que yo puedo
dar.
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Verdad.
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De enfadado
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Cuando no quiero que los demás conozcan lo que
realmente hago.
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Falsedad
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Intentemos desenmascarar las
máscaras mediante una serie de preguntas: Cuál ha sido mi respuesta a la
pregunta: ¿de qué voy?. ¿Realmente es una máscara?. ¿Qué estoy ocultando?. Si
observamos con detenimiento lo que sentimos al “vestirnos” con una máscara,
podremos comprobar que estamos disfrazando nuestro comportamiento para
satisfacer a nuestro ego. En realidad queremos que los demás nos vean así
porque nos creemos que si ven la verdad no seremos bien acogidos o que
“perdemos” importancia.
Es importante, para crecer como
personas, conocer todas las máscaras que utilizamos e identificar lo que
sentimos al vestirnos con ellas, ya que esto refuerza la apariencia del ego y
debilita un desarrollo coherente de nuestra personalidad. A partir de aquí se
trata de practicar el acecho de nuestra conducta para ir rectificando
comportamientos. No debemos aparentar lo que no somos.
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