Ejercicio para la voluntad.
Una vez que conseguimos establecer la relajación como rutina de nuestra vida
podemos comenzar a desarrollar la consciencia de nosotros mismos. Se trata de observar cómo se
comporta nuestro cuerpo y nuestra mente durante la relajación y también fuera
de ella en nuestra vida cotidiana.
Por ahora sólo observaremos sin juzgar nada.
También iniciaremos un ejercicio de la voluntad. Por la noche,
antes de acostarnos,
escribiremos en un papel todo lo que debemos o deseamos hacer al día siguiente,
haremos un “programa” de actuación. Al finalizar el día comprobaremos qué hemos
conseguido hacer. Repetiremos el ejercicio hasta que seamos capaces de hacer
todo lo que nos hemos propuesto según lo hemos planificado.
Por ejemplo:
- Levantarme a las 7.
- Hacer las respiraciones completas.
- Ducharme.
- Desayunar.
- Hacer la relajación observando lo que ocurre en mi cuerpo
y en mi mente.
- Hablar con Jesús para aclarar la confusión de ayer.
- Estar sereno/a en mi trabajo
- Abrazar a mis hijos y a mi pareja, decirles que los
quiero.
- Terminar la limpieza pendiente (él o ella).
Este ejercicio fortalece la voluntad y la capacidad de
observación de nosotros mismos. No dejéis que el ego os lleve por otros derroteros.
Tendría sentido establecer una ayuda personalizada con
presencia física (coahing).
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