El observador y el
estrés crónico.
Desarrollar el observador que llevamos dentro nos
permitirá identificar los “estresores cotidianos”, aquellos que van
doblegando poco a poco nuestra voluntad. No dar importancia a estos estresores, porque confiamos en
nuestro poder, es una torpeza, ya que tendemos a quitarle
importancia: “bueno, él es así”. Pero ese “ser así” te va minando porque, en
realidad, es una excusa para no enfrentarte a esa persona, ya sea por su grado
de violencia o de manipulación.
Tal es el grado de acomodo del estrés crónico en nuestra forma de ser que
el comportamiento resultante de la acción de ese estrés pasa a ser “nuestro
comportamiento” y comenzamos a justificarlo diciendo: “es que yo soy
así”. Ahí entra
en juego el observador, es un darse cuenta de qué cosas son las que te estresan.
Una vez identificadas comienza el proceso de anticiparse al estrés y observar
lo que ocurre sin juzgar nada, sólo sintiéndolo.
Sabemos que ante ciertos eventos o comportamientos el estresor agitará
fuertemente nuestra energía causando alteraciones en el comportamiento de
nuestros órganos y sistemas. Puede causarnos dolores musculares,
alteración en nuestra respiración, iniciar pensamientos desgastantes, sentir
culpabilidad, deprimirnos y un montón de cosas más. Es el momento de ejercitar
todo lo que hemos aprendido (respiración, observación del estado emocional,
relajación, estar en el presente, aceptar lo que es). El observador nos dará la información
necesaria para reconocer el estresor, preparar nuestra reacción y eliminar poco
a poco el estrés crónico que nos posee.
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