Reconocernos, o el
proceso de observar nuestros comportamientos.
El acto de reconocernos nos conduce a aceptarnos tal como
somos. Una vez que tenemos consciencia de lo que somos podemos
establecer estrategias de cambio. La herramienta más eficaz es la
observación, observar como reaccionamos ante todo lo que sucede, tanto en el
exterior como en el interior de nosotros, es la clave para reconocernos.
Practicar el reconocimiento de nosotros mismos nos hace
aceptar mejor a los demás, entender sus comportamientos y su estado
anímico. Podemos darnos cuenta de que todos somos iguales, solo nos diferencian
sutiles grados de vibración de nuestra energía.
Contempla, sin juzgar, el comportamiento de cualquier
persona. Observa como se mueve, como habla, las cosas que dice. Después busca
en tu interior concordancias con ella. Deja que lleguen a ti, no te
predispongas a nada.
Somos iguales, aún en las cosas más terribles o en las más
bondadosas, posiblemente la diferencia esté en el grado de control de nuestras
emociones.
La práctica de la observación nos ayuda a identificar lo
que ocurre en nuestro cuerpo antes de reaccionar. Sabemos lo que
vamos a hacer si el nivel de tensión sigue unos momentos más. Aquí podemos
parar, analizar nuestro estado anímico y “controlar” nuestra reacción,
cambiándola por aquella que nos beneficie.
La información que manejamos cuando practicamos la
observación nos vale para desarrollar las estrategias de cambio y establecer
los ejercicios adecuados. La observación no es un fin en sí misma, es la captura del
cómo nos comportamos y del cómo nos deberíamos haber comportado.
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