Siempre que interaccionamos con el entorno se produce en
nosotros una respuesta que transmitimos condicionada por lo que sentimos,
incluso cuando la respuesta es no responder. En todos los casos, se exprese la
respuesta o no, el estado de vibración de nuestra energía, ante la reacción que
produce la respuesta, se manifiesta mediante un sentir.
Nos hemos propuesto, como ejercicio, identificar qué sentimos en
algún momento de máxima tensión. No te des explicaciones de nada,
solo observa lo que sientes. Toma consciencia de lo que sientes. No intentes
ignorar aquellos temores y dudas que te acechan, ya que enfrentarte a estos
temores, con una actitud positiva ante los mismos, te ayuda a mejorar tu
resiliencia.
Una vez identificado lo que sientes, esa sensación física
que te impide expresar tu reacción, explícate a ti mismo qué te sucede, qué te preocupa,
e intenta encontrar un camino a seguir. ¿Cómo es la agitación de tu energía en
ese momento?.
Desarrolla la actitud correcta ante lo que sientes, asume
las dificultades como desafío y responde con determinación. Olvida
el miedo, la autocompasión o la culpa. La mejor manera de asegurar una mayor resistencia ante una
situación límite es intentar comprenderla desde un punto de vista positivo.
Hagamos un ejercicio:
¿Cómo reaccionas cuando te sirven una comida que está mal
cocinada?.
¿Qué sientes?. ¿Expresas lo que sientes y exiges una buena
comida, o te callas y después refunfuñas?.
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