El poder para el cambio está en el silencio interior.
Somos el campo de energía que somos. Lo que
percibimos fuera de ese campo es la manifestación de nuestra reacción ante la
interpretación del conocimiento y la percepción de nuestros sentidos.
El estado de ánimo es el estado del vibrar de la energía
y éste se gestiona mediante la forma de ser y estar, y la forma de ser y estar
es la consecuencia del tono de nuestro vibrar. Somos un bucle.
En el espacio-tiempo del silencio interior conectamos con
la energía, somos conscientes de la energía. Ese es el
espacio-tiempo donde fabricamos la creatividad, donde se hacen realidad los
deseos. Cuando
estamos en el espacio-tiempo del silencio interior todo es posible.
Cuando miramos el entorno desde el silencio interior, sin
definirlo con palabras, percibimos mejor la realidad. La realidad definida con palabras suele ser
confusa y tendenciosa.
Con el dialogo interior mantenemos y consolidamos nuestro
mundo habitual. Estamos habituados a pensar con palabras, y esto nos
clava a un nivel de consciencia, al pasado, si no pensamos intencionadamente de
manera meditativa.
Romper con la realidad es terminar con la interpretación
que hacemos de lo que percibimos según los parámetros acordados por todos
nosotros, por la humanidad.
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