Nos construimos condicionados por la “forma humana”.
Podemos considerar la “forma humana” (personalidad) como el conjunto de
comportamientos y creencias aceptado por todos. Es ese conjunto de acuerdos que ponen en común la
realidad que vivimos y que nos permite definirnos como seres
humanos.
De la “forma humana” se desprenden los mensajes que nos
definen y que determinan lo que será. Estos mensajes expresan los acuerdos
establecidos y, aparentemente, sin alternativa, veamos un ejemplo:
De una persona mayor se espera que sea torpe, que tenga un movimiento lento y
pesado. Su mente viene trabajando desde hace tiempo en que esto se cumpla y de
vez en cuando se dice: “la edad se va notando”, “cómo pesan los años”.
La mente, mediante las creencias, hace cumplir los acuerdos.
Pone en marcha los pensamientos y estos acuerdos se refuerzan repitiendo los
pensamientos una y otra vez. Todo nuestro organismo se pone en marcha para que
a partir de los 50 años se note el peso de la edad.
El silencio interior detiene los pensamientos y nos ayuda
a no someternos a esos acuerdos. La edad no “marca” mi estado físico
y mental. No
tengo que cumplir un acuerdo en el que no he participado.
Los movimientos para redistribuir la energía fortalecen el
silencio interior y facilita que rompamos con la “forma humana”. Estamos
en disposición de crear “otra forma de ser” en la que todo es posible.
Cambiando nuestra
forma de ser podemos cambiar la “forma humana”.
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