Vamos a tomar como definición de carácter la dada por J.
Santos: “el carácter es el sello que nos
identifica y diferencia de nuestros semejantes, producto del aprendizaje social”.
En el taller 7 se propone aprender aprovechando la
interacción social con los otros. Esta interacción la realizamos mediante la
conducta (comportamiento). Vamos a decir que conducta es: “proceder de una manera determinada”. Los
principios que rigen la conducta humana son tres:
- toda conducta es motivada por algo.
- toda conducta persigue un propósito, una finalidad.
En el taller 7 hemos expuesto tres elementos de la conducta:
- lo que mostramos (aspecto).
- lo que aparentamos (apariencia).
- los recursos que utilizamos (rol).
Para hacer bien el ejercicio del taller 7 necesitaremos de
la sobriedad, porque la sobriedad nos permitirá distinguir entre un proceder
ético, basado en valores, y otro no ético o inmoral. La sobriedad nos ayudará a
realizar el ejercicio bajo criterios rectos y verdaderos. Hoy podemos ver en
nuestra sociedad una manipulación excesiva de la ideología en provecho
personal. Es el momento de exigir a todas las personas que tengan influencia
social, y a nosotros mismos, un comportamiento ético.
La sobriedad es el valor que nos enseña a administrar
nuestro tiempo y recursos. No solo los recursos materiales, sino también
aquellos inherentes a los cuatro ámbitos que nos constituyen (físicos,
mentales, energéticos y espirituales), moderando nuestras apetencias para
construir una verdadera personalidad. Cuando en una conversación frenamos
nuestras ganas de intervenir y escuchamos atentamente al otro, ahí interviene
la sobriedad.
La sobriedad, vista desde el campo de energía que somos, se
desarrolla cuando eliminamos toda aquella agitación energética superflua, como
la queja, la crítica, la sentencia, la defensa de la importancia personal, la
apariencia intencionada, la mentira, etc. Si quitamos ese exceso de agitación energética,
que por otro lado es totalmente innecesaria y además es nociva para nuestra
salud, comenzamos a ser sobrios, comenzamos a comportarnos como una persona de
conocimiento. Si queremos disfrutar del poder de la sobriedad, el poder de ver
la otra realidad, hemos de eliminar lo superfluo e innecesario en los cuatro
ámbitos.
Ejercitar la sobriedad en la realización del ejercicio del
taller 7 nos permitirá reconducir nuestro comportamiento bajo la tutela de los
valores éticos y, esto, a su vez, nos ayudará a erradicar nuestra importancia
personal y a adquirir una personalidad sana.
Veamos un ejemplo:
Identifico como apariencia espiritual que he de tener
siempre la última palabra (lo se todo). Esta conducta viene causada porque
necesito ser el protagonista (de pequeño no me hacían caso). Me motiva a actuar
así mi ego (defensa de mi importancia personal). La finalidad de mi conducta es
ser “reconocido” como alguien que sabe (aunque no sepa nada del tema que se
trate).
Si hacemos el ejercicio dándonos cuenta del proceso
comenzamos a desarrollar nuestra sobriedad.
Todos los ejercicios que estamos haciendo nos llevan a la
sobriedad. La sobriedad elimina todas las interferencias que impiden
conectarnos con la otra realidad, aunque ésta sea una realidad construida por
nuestro empeño.
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