lunes, 11 de febrero de 2013

El juego del acecho.



Venimos haciendo bastantes trabajos con el observador. Ahora, con los ejercicios del taller 7, seguro que habremos adquirido la práctica necesaria para jugar al acecho.

Todo nuestro comportamiento obedece a la intención. En nosotros, y en nuestro caso, vamos a fijarnos en dos aspectos de la intención que todos llevamos encima: cubrir nuestras necesidades y defender nuestra integridad.

Si reflexionamos sobre los resultados del ejercicio que se propone en el taller 7, veremos que lo que mostramos, la apariencia que adoptamos y el rol que desempeñamos tiene como finalidad alcanzar el propósito de cubrir nuestras necesidades y defender nuestra integridad. Eso además no puede ser de otra manera, está grabado a fuego en nosotros.

La cuestión está en el cómo. De qué manera nos comportamos para alcanzar esa legítima intención sintiéndonos bien. Si aprovechamos el ejemplo que ponemos en el taller 7: “Me muestro violento con frecuencia. Nadie quiere trabajar conmigo”, y analizamos las causas de ese comportamiento, podríamos descubrir que estamos defendiendo nuestro cargo, y que ese cargo es el que me permite cubrir mis necesidades.

Cuando nos damos cuenta de que hemos de cambiar “nuestro rol”, la manera de relacionarnos con el entorno más cercano, tenemos que sustituir ese “rol” por otro más satisfactorio, como el de relajarnos para controlar mejor nuestras emociones. Ahí entra de lleno el juego del acecho.     
Lo primero que hemos de hacer, para jugar bien a este juego, es no tomarnos en serio.

No hay nada tan drástico ni trascendental que no puedas mirar con una sonrisa. El desapego de mirar todo con una sonrisa te da la sobriedad necesaria. Ahí, en el momento de iniciar tu antiguo rol, puedes descubrir lo que el ego trama, y cambiarlo por tu nuevo comportamiento. Se trata de cazar al ego cada vez que intenta manejarte. Solo tienes que pararte un momento, observar lo que intenta sin juzgarlo, reírte y, suavemente, retomar tu nuevo rol

Acechar nuestra conducta, nuestro comportamiento, es como el juego del escondite. Pruébalo, veras que es divertido y reconfortante.

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