Distingamos entre acción y actividad. La acción se da siempre en el presente
y obedece a una decisión (friego los platos después de comer). La acción se
deriva de una mente tranquila. La actividad obedece a situaciones del
pasado que se repiten una y otra vez (mastico chicle porque la tormenta de
pensamientos no me deja en paz). La actividad obedece a una mente
intranquila. La no aceptación, generalmente, es generada por una mente
intranquila.
Nos ponemos en posición de relajación. El brazo derecho, o el izquierdo,
lo dejamos colgando y con el dedo índice señalamos el suelo. La mano está
cerrada y el dedo índice señala el suelo. Concentramos toda nuestra atención en
el dedo. No pensamos en el dedo, solo observamos cómo “sentimos” el dedo
índice. En unos momentos nos daremos cuenta de que nuestra atención no “llega”
al dedo, se queda en una especie de envoltura sensitiva. Durante la relajación
podemos comprobar que esa “envoltura” rodea a todo nuestro cuerpo. Mantenemos
esta sensación durante 4 ó 5 minutos. Cuando salgamos de la relajación
mantendremos el mayor tiempo posible el “sentir” de la envoltura sensitiva. Este
ejercicio hay que repetirlo hasta que se haga “habitual” sentir la envoltura
sensitiva durante la interacción con otros campos de energía (otras personas).
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