La energía y lo
cotidiano.
Todos los días de nuestra existencia estamos tomando
decisiones acerca de nuestra energía, si tomamos la energía como el elemento
esencial de nuestra vida.
Cuando trabajamos, pensamos o nos divertimos
gastamos energía. Cuando comemos, descansamos o dormimos reponemos la energía
gastada. Mantener disponible nuestra “dotación” de energía es un
“equilibrio” que buscamos constantemente. Si no estamos en “equilibrio
energético” nuestro cuerpo se revela, aparece el cansancio crónico, el estrés,
la enfermedad e incluso la depresión.
Si aceptamos lo expuesto, “la gestión” de nuestra energía se
convierte en una de las actividades fundamentales de nuestra vida. Sin embargo,
casi nadie
tiene consciencia de la importancia que tiene mantener un nivel energético
adecuado y lo trata como algo secundario.
Si reflexionas sobre lo expuesto podrás concluir que el “poder” del
hombre reside en la gestión y control de su energía, porque nos
permite, de manera continuada, enfocar la atención y la fuerza de voluntad en
alcanzar aquello que realmente deseamos.
Si hacemos una gestión mediocre de nuestra energía creamos
hábitos que nos perjudican e inducen a anular nuestro poder personal:
comemos mal, tomamos excitantes como el tabaco, el alcohol y otras drogas,
tenemos sobrepeso, estrés, colesterol y tiramos de nuestra vida de manera
desordenada. La
raíz de una vida mediocre esta en una gestión mediocre de nuestra energía.
Este es el primer reto importante.
Gestionar y controlar el uso de nuestra energía de manera impecable.
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