No pretendemos entrar en, ni debatir sobre, los conceptos
filosóficos de estar y ser. Vamos a utilizarlos como aspectos que nos permitan
vernos como una totalidad. Consideremos que en nuestra totalidad se dan dos
aspectos esenciales que nos dan “forma”: el estar y el ser, por tanto, la
“forma de estar” más la “forma de ser” constituyen nuestra totalidad. Todos y
cada uno de los seres orgánicos tenemos una forma única de ser y de estar.
El estar viene del nivel de vibración en el que nos movemos
cada uno de nosotros. Este nivel de vibración conlleva un ritmo. Lo que nos
mostramos a nosotros mismos, y a los demás, es el ritmo en el que habitamos.
Cada vez que interaccionamos con el entorno puede darse una alteración del
ritmo y nuestro estar puede cambiar, ese cambio lo podemos considerar positivo
o negativo. Observa qué ocurre en tu vibración cuando interaccionas con el
entorno.
El ser surge del comportamiento, de la manera que tenemos de
interaccionar con el entorno. Normalmente es la respuesta que damos como
consecuencia de la alteración de nuestro ritmo. En realidad estamos en
constante interacción con el entorno, ya sea mediante la respiración, los
sentidos o la intención. Lo ideal, lo que pretendemos, es que nuestro comportamiento,
nuestra intención, tenga como base los valores éticos aceptados por la sociedad,
o sea, ser impecables en el uso de nuestra energía.
La interacción entre el estar y el ser determina nuestro
equilibrio. Si se altera nuestro nivel natural de vibración (estado en el que “estamos
tranquilos”) llega un mensaje de estrés (tensión) a nuestro comportamiento. Si
nuestro comportamiento no es ético, si es incoherente, llega un mensaje de
estrés (tensión) a nuestro físico. Cada vez que se rompe el equilibrio se crean
tensiones que, si permanecen en el tiempo, nos pueden llevar a la enfermedad.
La actitud que se da en nosotros viene determinada por la
capacidad que podemos desarrollar para mantener en equilibrio el estar y el ser.
Podríamos deducir que la actitud es la herramienta que tenemos para mantener
nuestro equilibrio mientras interaccionamos con el entorno.
Podemos gestionar nuestra “forma de ser” mediante el
“equilibrio” del estar y el ser. Para el estar podemos utilizar básicamente la
respiración y la relajación, para el ser la observación de nuestra conducta, la
impecabilidad. Estos ejercicios “dan forma” a nuestra actitud.
No hay nada mas bonito, que tratar de transmitir a los demás los conocimientos que uno posee ,sobre todo si son de profunda sabiduría. Esto es lo que tu haces con nosotros ,nos regalas tu mas preciado tesoro "tu conocimiento".Te respeto mucho por ello y te doy las gracias
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