Si buscamos en el diccionario encontramos que aspecto es: “el
conjunto de rasgos o características que muestra una persona o cosa”. Podríamos
decir que es lo que mostramos de nosotros al otro. Pero también es lo que nos
mostramos a nosotros mismos.
Además, el aspecto puede mostrar el estado anímico en el que
nos encontramos y esta información es entrada para nuestros pensamientos, de
manera que el bucle que se establece refuerza el cómo nos sentimos y también el
cómo somos. Asimismo, condiciona nuestra actitud. Nuestro aspecto puede ser tomado como modelo, seguro que
es modelo para nuestros hijos, e influir en el desarrollo de su personalidad.
Si aceptamos lo expuesto podemos considerar que mantener un
aspecto saludable, limpio, elegante, alegre, vigoroso, culto, etc., es una
fuente de información que consolida un buen estado de ánimo. Por lo tanto, el
bucle de información que establecemos sobre nosotros mismos alimenta de manera
positiva nuestra forma de ser y, también provocamos, que el otro obtenga una
información que le motive a estar y ser mejor. Si ahora mismo, después de leer
estas palabras, observáis vuestro aspecto energético percibiréis cierta
armonía, es como un equilibrio, y éste podría ser nuestro aspecto vibracional.
Muchas veces hemos dicho coloquialmente que alguien emite buenas
vibraciones.
Cuando hablamos de aspecto, normalmente, o en muchas
ocasiones, nos referimos solamente al aspecto físico. Nosotros vamos a
considerar a nuestra totalidad. Venimos diciendo que somos un cuerpo cuya
totalidad se compone de cuatro ámbitos: físico, anímico, energético y
espiritual.
Consideramos como ámbito físico nuestro cuerpo y todo lo que
percibimos con los cinco sentidos.
En el ámbito anímico situamos a
la mente. Vamos a considerar como mente todos los resultados del proceso
cerebral: pensamientos, emociones y sentimientos.
En el ámbito energético situamos
“las fuerzas” capaces de mantener y “enfocar” la vida como: los impulsos
electroquímicos del cerebro; los impulsos que conocemos como frecuencias
electromagnéticas, “los flujos emocionales” y la voluntad. (Más adelante
hablaremos de las fuerzas que nos mueven)
En el ámbito espiritual
ubicaremos todo aquello que trasciende de los pensamientos y que lo podemos
considerar consciencia. La dimensión cognitiva (todo lo relativo al
conocimiento) la consideraremos dentro del ámbito espiritual. Para este trabajo
vamos a considerar también en este ámbito la “cultura personal adquirida”.
Para poder utilizar el aspecto
como herramienta de mejora personal, hemos de ser capaces de observar qué conjunto de rasgos o características mostramos
de cada uno de nuestros ámbitos, y una vez identificados, establecer
estrategias de encauzamiento si es necesario.
El aspecto nos puede limitar en
nuestras relaciones personales y sociales, bien porque nos hayamos
“abandonado”, bien porque “pensemos” que nuestra “apariencia” no es la
apropiada, o porque el otro perciba de nosotros características o rasgos que le
condicionen en su toma de decisiones. Esto nos puede hacer perder oportunidades
importantes para nuestra vida, así como debilitar nuestra capacidad para
aceptar lo que es.
Si lo crees necesario haz una
lista de los rasgos o características que te limitan y toma acciones para
modificarlos o encauzarlos.
Ver ejercicio 13 "Identificando los rasgos que me condicionan".
Ver ejercicio 13 "Identificando los rasgos que me condicionan".
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