Podríamos decir que la actitud representa a un nivel determinado
de la vibración de la energía. La actitud que mostramos ante cualquier
actividad, y en cualquier momento, está exponiendo la utilización que vamos a
hacer de nuestra energía. Este enfoque de la energía determina la disposición
de ánimo para realizar cualquier actividad, por tanto, la actitud, marca el
camino por donde transitamos. Si cambiamos nuestra actitud, cambiamos el enfoque
de nuestra energía y de hecho cambiamos el camino que recorremos.
Partiendo de lo expuesto, diremos que si logramos el control
de la vibración de nuestra energía, podemos crear, y mantener en el tiempo, una
disposición determinada para realizar cualquiera de las actividades que nos
proponemos, o lo que es lo mismo, recorrer nuestro camino. El control del nivel
de vibración de nuestra energía nos da poder. La actitud mantenida en el tiempo
es el poder personal. Por eso hay que tener mucho cuidado y no dejar que el ego
determine nuestra actitud.
La actitud es un elemento básico de la meditación. Alcanzar
un nivel adecuado de vibración, que permita mantener el silencio interior, es
dejar libre el canal de comunicación con la otra realidad. Y esto se consigue
si eliminamos nuestra importancia personal. Como todo bucle el trabajo sobre el
nivel de vibración de nuestra energía incide en nuestra actitud y, el trabajo
que hagamos sobre nuestra actitud, incidirá en el nivel de vibración de nuestra
energía.
Esta frase merece un ejercicio de reflexión. ¿La actitud
determina el enfoque de la energía?.
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