Resiliencia.
Hemos comenzado un enfoque de trabajo basado en la
resiliencia humana. Para entender mejor el concepto, hemos mostrado, doblando
una carpeta de plástico, como recobra su forma original después de someterla a
la presión deformadora. Esa capacidad, esa energía para recobrar la forma
original, es la resiliencia del material de la carpeta.
En nuestra vida estamos sometidos a presiones “deformadoras”
todo el rato, entendiendo por presión deformadora aquello que modifica o intenta
modificar nuestra forma habitual de ser o estar, sin nuestra aceptación. Por
ejemplo cuando nos dicen algo que muestra lo que no somos: “siempre lo haces
mal”, intentan deformarnos, hacernos creer que todo lo hacemos mal y de esa
manera manipularnos. Para evitar esa “deformación” (manipulación) tenemos que
hacer un esfuerzo, tenemos que disponer de la flexibilidad y energía
suficientes. Si la situación es más fuerte, como la solicitud de divorcio o la
muerte de un ser querido, necesitamos más energía, incluso corremos el riesgo
de quedar “deformados”.
La resiliencia humana es la capacidad de asumir con
flexibilidad situaciones límite y sobreponerse al dolor emocional para
continuar con la vida, y salir fortalecido de dicha experiencia.
Tendremos mayor resiliencia si disponemos de más energía y
de la actitud propicia para enfocar mejor esa energía. La resiliencia
es el resultado de un proceso de aprendizaje. Incluye conductas,
pensamientos y acciones que pueden ser aprendidas y desarrolladas por cualquier
persona.
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